lunes, 25 de octubre de 2010

La viuda Alegre.

La luna se había implantado en ella, no sabía cuantas eran ya, 4, 5? no, esta ya era la sexta vez que quedaba viuda, pero no sentía tristeza por la perdida, sabía que la herencia aumentaría una vez más...


Lo sucedido en aquel lugar, frío, tenebroso, carente de calidez, se la proporcionó aquel Hombre, sus manos, sus labios, su mirada, había penetrado profundamente en aquella viuda alegre.


Esta vez no podía dar la espalda, al deseo, a la pasión, a pesar de que ya existía otro candidato, mas viejo aún, con menos años de vida, con menos probabilidad de alargarse en el tiempo dicho matrimonio.


Pensar en la escena, motivaba mi deseo mas tenebroso, y mi cuerpo imploraba volver a aquel lugar.



Prepararme para volver al lugar era deliciosamente perverso, elegir la ropa, mirarme al espejo, jugar con mi cuerpo, era el preámbulo a lo que iba a suceder una vez mas.



Sentir el deseo en su mirada, me extremecía, olvidaba quien era y lo que era.

Rendirme a sus pies, era tremendamente sencillo, no tenía que fingir, y provocaba en mi la lujuria que no había obtenido en mucho tiempo.


Cada vez que me marchaba, me prometía a mi misma que no volvería, que no sucedería más.


Sin embargo, volvía a caer, volvía a pecar, volvía a sentir, volvía a gozar. De el, de sus manos, de su mirada, de su cuerpo, de mi cuerpo.



Cuando oía su voz mi cuerpo temblaba, y matemáticamente sabía el camino que debía seguir.



Era su viuda alegre, pero en mi no existia la alegría, existía la atracción sexual que el me producía, no queía sentimientos ni emociones, quería lo que el me proporcionaba, absoluto y rotundo placer.



Podia ofrecerme aquello que yo necesitaba?, no, mi vida era tal cual yo la había planeado, y lo que yo buscaba el jamás me lo podría dar.


Deseada por los hombres, deseada por un hombre, conquistada por el, esclava de el.




Comencé el cambio, mi interior había cambiado, y solo lo tenía presente, para rendirme en sus brazos para siempre.


Ahora era suya, pero y el, pensará que volveré a ser una viuda alegre? el tiempo lo dirá.

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