sábado, 23 de octubre de 2010

La Viuda (anticipo de Halloween)

Cuando entró en la tienda, su tristeza me cautivó; un gesto pausado, sobrio, tranquilo y lleno de dulzura, algo pálida y con un maquillaje suave, de edad mediana, morena con algunas canas, un cuerpo delicioso enfundado en un vestido negro, medias y zapatos de tacón que aumentaba su estatura.

Se movía ignorando las lapidas a su alrededor, las imágenes y las cruces; la esperaba, pues me habían avisado desde la aseguradora, su esposo había fallecido en un accidente de automóvil. Después de una breve presentación comencé a mostrarle los diferentes tipos de lapidas, su mirada se cruzo en varias ocasiones con la mía y una leve y suave sonrisa se dibujó en sus labios. Fue una visita breve, concisa, eligió la lápida, me entregó una nota con el texto que debíamos grabar en el taller y se fue. Me fijé en cada movimiento mientras salía de la tienda, su andar, el movimiento de sus caderas, la posición de sus manos. Esa noche gocé pensando en ella.

Al cabo de unos días, mientras atendía a unos clientes la vi entrar de nuevo, la misma expresión, calidez y sensualidad. Se acercó a mí, y con voz suave me agradeció el trabajo realizado y comenzamos ha hablar mientras paseábamos por la tienda, rozo con su dedo una tumba de exposición y pasó ese mismo dedo a mis labios, sentí el frío del mármol en su yema y la calidez de su caricia me apasionó hasta extremos insospechados, sin pensarlo dos veces me acerqué a ella cogiéndola por la cintura, nuestras bocas se unieron y mis manos comenzaron a acariciarla, descubrí sus nalgas y acaricié por encima de las medias unas piernas bien torneadas, en un gesto de pasión incontrolada se subió sobre el mármol y vi como su piel, sus senos, sus pezones ya duros se endurecían mas al contacto con el frío mármol, mis labios acariciaban sus piernas, subiendo por sus muslos hasta empaparme con su humedad y embriagarme con su sabor, sus manos agarraban fuertemente mi pelo mientras gemía y mis dedos se iban de sus pechos a su boca que lamía furiosa y apasionadamente, su cuerpo desnudo, sus ansías, su pasión, mi deseo, el ambiente siniestro, el roce de las medias de sus piernas, mí pasión, su deseo, me levanté y la penetré sintiendo el calor de su coño, sus ojos se entornaron y comenzó a moverse mientras mi polla salía y entraba una y otra vez de sus entrañas, su voz penetró mis oídos con un susurro suave: follame, follame mas. El ritmo subió hasta que ambos estallamos en una explosión de placer.

Durante varias semanas las visitas se repitieron, visitas que yo esperaba ansioso hasta que decidimos irnos a vivir juntos, la pasión dio paso a una lujuria inusitada, visitamos cementerios y en rincones oscuros nuestra desesperación se convirtió en deseo y el deseo se transformó en sexo sobre viejas tumbas, en iglesias abandonadas, sobre altares profanados por nuestras carnes, por el ansia. Gozamos de caricias prohibidas, de besos oscuros, de néctares eternos. Se convirtió en mi amante, en mi esposa, en…en mi viuda. Ahora oigo sus gemidos, su voz atraviesa la tierra que me cubre, y otras manos, otras lapidas, rozan su cuerpo; otro cuerpo que pronto me acompañará.

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